UNA TAREA URGENTE Solamente haciendo un serio diagnóstico acerca de nuestra realidad eclesial, será posible de
unir cuáles cambios se hacen necesarios para crear un catolicismo seguro, que pueda mirar con confianza hacia el
futuro. Por el P. Flaviano Amatulli Valente, fmap
Raquíticos y panzones
¿Qué pensamos, cuando vemos a niños raquíticos y panzones? Que están enfermos. En realidad, ¿qué tienen en la
panza? Lombrices. ¿Qué hay que hacer entonces para que puedan vivir sanamente? Empezar por desparasitarlos.
Lo mismo tenemos que hacer con nuestro catolicismo a nivel popular. Parece saludable, pero no es así. Mucho ruido y
pocas nueces. Fiestas, cohetes, procesiones, imágenes, sacramentos y al mismo tiempo una mezcla entre lo cristiano
y lo pagano, poco conocimiento de los auténticos contenidos de la fe y menos vivencia de los mismos. Un catolicismo
enfermizo. ¿Qué hay que hacer, entonces? Curarlo. ¿Por dónde empezar? Por aclarar las cosas y eliminar todo lo que
no sirve y lo está perjudicando. Desparasitarlo.
Sin embargo, ¿qué se está haciendo en la práctica? Se están alimentando las lombrices, que impiden al enfermo
asimilar debidamente la comida que se le está dando. Muchos van a misa, rezan, se confiesan, comulgan, pero al
mismo tiempo acuden al brujo o al espiritista, creen en la reencarnación, piensan que una estatua tiene vida y poder, no
distinguen entre Cristo y un santo.
Para esa gente, ¿qué sentido tiene la comunión? En el fondo, se están alimentando las lombrices. ¿Y por qué no se
empieza por desparasitarla? Sencillamente por motivos de orden práctico. Es que resulta más cómodo y rinde más
alimentar las lombrices que curar al enfermo. Algo realmente increíble.
Falacias
Claro que no faltan las falacias: "¿Por qué le vamos a quitar a nuestros feligreses lo poco que tienen? Algo es algo. Que
sigan con sus creencias y sus costumbres, aunque sean poco ortodoxas y de poca o nula utilidad para su bienestar
espiritual." Claro que sigan con sus creencias y sus costumbres, puesto que nos garantizan ingresos seguros y
popularidad, mientras ellos siguen raquíticos en la fe y panzones.
¿Qué pensaríamos de un médico que dijera lo mismo? "Puesto que con las lombrices en la panza la gente se ve más
gorda y saludable, ¿por qué se las voy a quitar? Que sigan con sus lombrices y sigan viniendo a mi consultorio por sus
vitaminas. Así nunca me faltará trabajo." Sin duda, pensaríamos mal de aquel médico. Fácilmente nos daríamos cuenta
de que no se trata de un buen médico, sino de alguien que se está aprovechando de la enfermedad de la gente para
explotarla.
El papel de los profetas
Pues bien, ¿por qué nos portamos de esa misma manera dentro de la Iglesia, consintiendo prácticas "parasitarias",
que no ayudan en nada al pueblo católico en su vida de fe? ¿Por qué no nos ponemos en la línea de los verdaderos
profetas, de Jesús, los apóstoles y los innumerables evangelizadores, que a lo largo de la historia han construido la
Iglesia? ¿Por qué nos portamos como los falsos profetas, que daban a la gente lo que la gente les pedía, sin fijarse si se
trataba de algo provechoso, inútil o dañino?
¿Qué es eso de medir el éxito apostólico por la cantidad de gente que logramos atraer, sin importar la razón por la cual se
acerca a nosotros y tratando de no molestarla para que siga acercándose a nosotros y nosotros sigamos sacándole
jugo? ¿Es ésta la enseñanza que nos viene de las Sagradas Escrituras y nos dejaron nuestros verdaderos padres en
la fe?
¿Acaso Jesús, para evitar el peligro de quedarse solo, cambió el discurso "duro" (Jn 6, 60) por un discurso "blando"?
¿No dijo Jesús: "La verdad los hará libres"? (Jn 8, 32) ¿Qué estamos esperando, entonces, para actuar según la
enseñanza y el ejemplo que nos vienen de la Biblia y los mejores exponentes de nuestra historia?
Análisis o radiografía
¿Qué hace un médico para poder curar realmente a un enfermo? Antes que nada trata de conocer su estado real de
salud. Por eso le pide que se haga unos análisis o radiografía. Solamente así puede hacer un diagnóstico correcto acerca
de su situación y establecer un tratamiento o una terapia apropiada.
Me pregunto: "¿Por qué no hacemos lo mismo nosotros a nivel de Iglesia? ¿Acaso no nos damos cuenta de que
nuestro cuerpo eclesial está enfermo? ¿Por qué seguimos con el discurso paternalista, vago y demagógico de siempre,
Apóstoles de la Palabra - padreamatulli.net
unir cuáles cambios se hacen necesarios para crear un catolicismo seguro, que pueda mirar con confianza hacia el
futuro. Por el P. Flaviano Amatulli Valente, fmap
Raquíticos y panzones
¿Qué pensamos, cuando vemos a niños raquíticos y panzones? Que están enfermos. En realidad, ¿qué tienen en la
panza? Lombrices. ¿Qué hay que hacer entonces para que puedan vivir sanamente? Empezar por desparasitarlos.
Lo mismo tenemos que hacer con nuestro catolicismo a nivel popular. Parece saludable, pero no es así. Mucho ruido y
pocas nueces. Fiestas, cohetes, procesiones, imágenes, sacramentos y al mismo tiempo una mezcla entre lo cristiano
y lo pagano, poco conocimiento de los auténticos contenidos de la fe y menos vivencia de los mismos. Un catolicismo
enfermizo. ¿Qué hay que hacer, entonces? Curarlo. ¿Por dónde empezar? Por aclarar las cosas y eliminar todo lo que
no sirve y lo está perjudicando. Desparasitarlo.
Sin embargo, ¿qué se está haciendo en la práctica? Se están alimentando las lombrices, que impiden al enfermo
asimilar debidamente la comida que se le está dando. Muchos van a misa, rezan, se confiesan, comulgan, pero al
mismo tiempo acuden al brujo o al espiritista, creen en la reencarnación, piensan que una estatua tiene vida y poder, no
distinguen entre Cristo y un santo.
Para esa gente, ¿qué sentido tiene la comunión? En el fondo, se están alimentando las lombrices. ¿Y por qué no se
empieza por desparasitarla? Sencillamente por motivos de orden práctico. Es que resulta más cómodo y rinde más
alimentar las lombrices que curar al enfermo. Algo realmente increíble.
Falacias
Claro que no faltan las falacias: "¿Por qué le vamos a quitar a nuestros feligreses lo poco que tienen? Algo es algo. Que
sigan con sus creencias y sus costumbres, aunque sean poco ortodoxas y de poca o nula utilidad para su bienestar
espiritual." Claro que sigan con sus creencias y sus costumbres, puesto que nos garantizan ingresos seguros y
popularidad, mientras ellos siguen raquíticos en la fe y panzones.
¿Qué pensaríamos de un médico que dijera lo mismo? "Puesto que con las lombrices en la panza la gente se ve más
gorda y saludable, ¿por qué se las voy a quitar? Que sigan con sus lombrices y sigan viniendo a mi consultorio por sus
vitaminas. Así nunca me faltará trabajo." Sin duda, pensaríamos mal de aquel médico. Fácilmente nos daríamos cuenta
de que no se trata de un buen médico, sino de alguien que se está aprovechando de la enfermedad de la gente para
explotarla.
El papel de los profetas
Pues bien, ¿por qué nos portamos de esa misma manera dentro de la Iglesia, consintiendo prácticas "parasitarias",
que no ayudan en nada al pueblo católico en su vida de fe? ¿Por qué no nos ponemos en la línea de los verdaderos
profetas, de Jesús, los apóstoles y los innumerables evangelizadores, que a lo largo de la historia han construido la
Iglesia? ¿Por qué nos portamos como los falsos profetas, que daban a la gente lo que la gente les pedía, sin fijarse si se
trataba de algo provechoso, inútil o dañino?
¿Qué es eso de medir el éxito apostólico por la cantidad de gente que logramos atraer, sin importar la razón por la cual se
acerca a nosotros y tratando de no molestarla para que siga acercándose a nosotros y nosotros sigamos sacándole
jugo? ¿Es ésta la enseñanza que nos viene de las Sagradas Escrituras y nos dejaron nuestros verdaderos padres en
la fe?
¿Acaso Jesús, para evitar el peligro de quedarse solo, cambió el discurso "duro" (Jn 6, 60) por un discurso "blando"?
¿No dijo Jesús: "La verdad los hará libres"? (Jn 8, 32) ¿Qué estamos esperando, entonces, para actuar según la
enseñanza y el ejemplo que nos vienen de la Biblia y los mejores exponentes de nuestra historia?
Análisis o radiografía
¿Qué hace un médico para poder curar realmente a un enfermo? Antes que nada trata de conocer su estado real de
salud. Por eso le pide que se haga unos análisis o radiografía. Solamente así puede hacer un diagnóstico correcto acerca
de su situación y establecer un tratamiento o una terapia apropiada.
Me pregunto: "¿Por qué no hacemos lo mismo nosotros a nivel de Iglesia? ¿Acaso no nos damos cuenta de que
nuestro cuerpo eclesial está enfermo? ¿Por qué seguimos con el discurso paternalista, vago y demagógico de siempre,
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